jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 1


-No te entiendo mamá, parece que la envidias, si no, no me explico por qué quieres que haga eso.
-No te pido nada mi vida, sólo quiero que lances una flecha oxidada a una muchachita así se enamorará del hombre más feo del mundo.
-Pero sigo sin entender por qué tú quieres eso, ella no te ha hecho nada.
- ¿Tanto te cuesta obedecer? , solo es un pequeño favor de nada además que más da, haremos a un hombre feliz y ella también será feliz al ser correspondida. Venga cariño hazlo por mí, por favor.
-Está bien mamá, pero quiero que sepas que no estoy para nada de acuerdo, en mi opinión es un castigo que no debería recibir, y menos aún por un capricho que no tiene sentido.
Eros siempre había vivido a las órdenes de su madre, y Afrodita jamás veía fin en esas órdenes nunca se cansaba de usar a su hijo a su antojo como si no fuera más que su títere. Pero él no podía decirle que no a ella, al fin y al cabo ella le había criado y le había dado amor cuando nadie más lo había hecho, lo cual para ser el dios del amor era bastante triste teniendo en cuenta que podía hacer y deshacer parejas a su antojo, pero él bien sabía que lo que él daba no era verdadero amor, aunque no había experimentado el amor en sus carnes había vivido los finales trágicos de aquellos que alguna vez le había pedido ayuda. Ahora iba a hacer desgraciada a una mujer que no había hecho nada sólo porque, en su opinión su madre tenía envidia de ella, ya que por muchos se la considera la mujer más guapa de su tierra.
Eros se colocó sobre un árbol para poder lanzar la flecha, pero cuando el arco estaba ya tensado y listo para lanzar la flecha, vio que del rostro de ella caían lágrimas y sin poder evitarlo dejó de apuntarle para observarla allí en el centro de la llanura con un vestido que bien podrían haber cosido los dioses. Eros jamás se imagino cuando la veía desde el monte Olimpo que pudiera ser tan bella, ahora entendía a su madre y a la vez la odiaba por querer hacerla daño. Sus ojos claros de color verde miraron hacia donde él estaba escondido, Eros sabiendo el peligro que corría si ella le encontraba allí mirándola de la forma en que lo estaba haciendo, y aunque se escondió un poco más, pero no pudo parar de mirarla. De repente ella habló entre sollozos
-Por qué tiene que estar pasando esto, madre no se merece estar mal y menos ahora que todo empezaba a ir bien por fin- De repente su voz se desvaneció y ella se hecho a llorar con desesperación
Eros desde la distancia pudo ver como unos hombres armados se acercaban a ella sigilosamente. Sin poderlo evitar corrió hacia ella y agarrándola la trasladó a su palacio. Eso la mantendría mareada más de media hora, y no sabía como reaccionaría si cuando recobrara toda su lucidez le viera  a él allí, pero la reacción que más temía era la de su madre cuando se enterara de lo sucedido.
Eros se acercó sin poder creer la belleza de esta mortal ahora que ella estaba medio inconsciente por el mareo pudo acercarse sin miedo a que ella le viera. Cuanto más se acercaba más necesidades sentía de acariciarla y de estar lo más cerca posible. Pero sabía que no estaba bien y que no debía hacer eso el solo daba "amor" pero le estaba prohibido enamorarse, ya que si lo hacía sentiría dolor al cumplir sus funciones y al hacer a alguien infeliz para el resto de su vida y aunque ahora era consciente de esto no sabía realmente lo que estas personas se perdían, todo cambiaría si el se enamorara. Psique no era la mujer para él tenía que mentalizarse, además no la conocía no sabía nada de ella y no entendía la razón de estas nuevas chifladuras que ahora le rondaban la cabeza, mejor sería olvidarse de todo y dejarlo estar. Lo que sentía por Psique sólo era atracción , atracción que tantas otras veces había sentido por otras mortales, pero sin duda Psique era la más bella de todas, de las mortales que había conocido ninguna podía siquiera soñar con la belleza de Psique, sus finos rasgos y aquellos ojos verdes que ahora estaban cerrados le recordaban a su madre y su cuerpo voluptuoso le llevaría a cualquier hombre a soñar con el Olimpo, y no es que el lo necesitara vivía en el Olimpo, pero aun así sabía que ella podía hacer realidad todas y cada una de sus fantasías.
De repente escuchó a un grito que podía reconocer perfectamente, era la voz de su madre llamándolo en la lejanía. Su voz aún sonaba distante pero Eros no podía permitir que su madre viera a Psique allí en sus aposentos se pondría extremadamente furiosa solo de saber que el no había hecho lo que ella le había pedido a si  que no podía imaginar como actuaría si supiera donde se encontraba Psique en esos momentos. Eros se desplazó hasta la sala contigua justo en el momento en que su madre entraba por la puerta del recibidor donde se encontraba él.
-¿Por qué tardas tanto?, ¿Has hecho lo que te mande?
-Mamá por favor las preguntas de una en una.
Justo en ese momento en la habitación contigua Psique recuperaba la consciencia y los primeros pensamientos que pasaban por su cabeza eran de desconcierto; ¿Donde estaba? y lo más importante ¿Qué hacia allí 



2 comentarios:

  1. A Mi me gusto para ser tu primera novela y yo también soy fanática de esa autora a si que me tendrás leyéndote un beso y buen fin de semana

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  2. Un giro final interesante
    Por cierto soy Pérfida
    Un saludo coleguita

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